¿Quieres cambiar el sistema? Las 5P para transformarlo
Querer cambiar un sistema, ya sea educativo, social o de cualquier otra índole, exige primero comprender su naturaleza intrínseca. Sin un entendimiento profundo de cómo funcionan, nuestros esfuerzos pueden resultar inútiles o incluso contraproducentes. Donella Meadows (2008), una pionera en el pensamiento sistémico, nos ofrece una base fundamental para esta comprensión.
¿Qué es un Sistema?
Meadows define un sistema como un conjunto de elementos interconectados que interactúan de manera organizada para cumplir un propósito o función. Pensemos en la arena: es un conjunto de elementos (granos), pero no interactúan coordinadamente hacia un fin común; por lo tanto, no es un sistema. En contraste, un "slinky" (el muelle de juguete) sí lo es: sus elementos (los anillos) interactúan para producir un comportamiento característico (moverse o "caminar") una vez que recibe un impulso inicial.
Los sistemas, especialmente los sociales como el educativo, poseen características clave:
- Complejidad y Dinamismo: Su comportamiento rara vez es lineal o completamente predecible. Están en constante cambio y adaptación. Esto significa que las soluciones simplistas o las intervenciones aisladas suelen fallar.
- Elementos No Cuantificables: No todo lo que importa en un sistema se puede medir con números. Valores, creencias, culturas organizacionales o relaciones de poder, aunque intangibles, pueden ser determinantes para facilitar, bloquear u obstaculizar el cambio. Ignorar estos elementos por centrarse únicamente en datos cuantificables es un error común.
- Resiliencia y Retroalimentación: Los sistemas tienden a resistirse al cambio; son resilientes. Una vez establecidos, desarrollan mecanismos para mantener su estructura y funcionamiento actual. Las ideas nuevas pueden ser vistas como amenazas y neutralizadas por la cultura existente (la "gramática escolar" o "el currículo oculto"). Además, los sistemas operan mediante bucles de retroalimentación, mecanismos que informan y ajustan su comportamiento. La clave está en identificar qué información se está utilizando en esos bucles y cómo afecta al sistema.
La Importancia de “Observar Antes de Perturbar”
Meadows enfatiza la necesidad de observar detenidamente y durante tiempo prolongado cómo funciona realmente un sistema antes de intentar modificarlo. Es crucial discernir sus resultados reales frente a sus objetivos declarados. Por ejemplo, el sistema educativo puede declarar que su meta es el aprendizaje, pero una observación aguda podría revelar que sus esfuerzos y recursos se dirigen prioritariamente hacia la custodia de los estudiantes, el control y la certificación (calificaciones, acreditaciones). Como sugiere Richard Elmore (2002, 2021), estas funciones (custodia, control, certificación) pueden absorber tanto tiempo y energía que el aprendizaje profundo queda relegado, independientemente de lo que digan los documentos oficiales.
Los Puntos de Influencia (Leverage Points): Pequeños Cambios, Grandes Impactos
A pesar de su resiliencia, los sistemas no son inmutables ni inmunes al cambio. Meadows introdujo el concepto de "puntos de influencia" (leverage points): lugares específicos dentro de la estructura de un sistema donde una intervención pequeña y bien enfocada puede generar cambios significativos en todo el conjunto. Un ejemplo clásico es, en lugar de combatir una plaga forestal rociando insecticidas masivamente (una solución directa pero a menudo superficial), fomentar la diversidad de especies de árboles. Esto fortalece la resiliencia natural del bosque y reduce su vulnerabilidad a futuras plagas, atacando una causa más profunda.
Las 5P
A continuación presento los puntos de influencia para transformar el sistema educativo.
1.Construcción de un propósito compartido.
Solo los sistemas educativos con un enfoque claro pueden generar cambios efectivos. El sistema educativo actual intenta responder a múltiples demandas establecidas en diferentes momentos históricos y para desafíos diversos, diluyendo su efectividad.
El propósito central en este momento debe ser desarrollar el bienestar integral de todos los estudiantes y fomentar aprendizajes profundos que les permitan liderar transformaciones tanto en sus comunidades cercanas como en contextos más amplios.
Enfoque en aprendizaje profundo: quien mucho abarca, poco aprieta
Los aprendizajes también requieren un enfoque más preciso, limitándose idealmente a entre 4 y 6 competencias fundamentales. Actualmente, el currículo carece de este enfoque al intentar abarcar demasiados contenidos. Recientemente han surgido iniciativas para introducir nuevas competencias, como la educación financiera. Si bien estas propuestas tienen justificaciones válidas, ya se cuenta con 31 competencias que se desagregan en más de cien capacidades, todas las cuales el profesor debe, en teoría, reportar mensualmente.
Imaginemos lo complejo que resultaría reportar más de cien habilidades de un solo estudiante semanalmente, considerando además que estas se subdividen en indicadores específicos. Si con un hijo esto sería complicado, con 30 o 40 estudiantes en un aula se vuelve prácticamente inviable.
Por esta razón, la propuesta de organismos internacionales de concentrarse en pocas competencias clave resulta razonable. Un ejemplo es el enfoque de las "6C" de Fullan:
Comunicación
Pensamiento Crítico
Carácter
Ciudadanía
Colaboración
Creatividad
Este enfoque en el aprendizaje profundo debe expandirse a todos los niveles del sistema educativo, incluyendo una transformación en los sistemas de admisión universitaria, que actualmente distorsionan la formación escolar al priorizar contenidos sobre competencias. En educación básica ya diversos gobiernos y organizaciones como Columbia Británica, Corea de Sur, Australia y la OECD están migrando hacia nuevos enfoques de evaluacion de sistema.
El propósito compartido en todos los niveles, con claridad sobre el aporte específico de cada actor, debe desarrollar una coherencia sistémica, entendida como la comprensión compartida y profunda de la naturaleza del trabajo educativo (Fullan y Quinn, 2015). Esta coherencia se logra mediante interacciones continuas entre los diversos elementos del sistema sobre lo que se quiere lograr y cómo se alcanzará efectivamente.
2. El desarrollo de la inteligencia colectiva
La colaboración en torno al enfoque educativo declarado y compartido debe traducirse en espacios continuos de cooperación vertical y horizontal en las diversas instancias del sistema.
Este principio cobra especial relevancia en las escuelas, que deben desarrollar una "autonomía conectada": la capacidad de tomar decisiones adaptadas a su contexto específico mientras mantienen conexiones significativas con otras instituciones educativas y diferentes territorios.
El desarrollo de la inteligencia colectiva no se opone al fomento de la co-inteligencia—aquella capacidad individual potenciada por herramientas como la Inteligencia Artificial (Mollick, 2024) . Por el contrario, ambas dimensiones se complementan en un ecosistema educativo que valora tanto la colaboración entre personas como la interacción efectiva con tecnologías emergentes.
La sinergia entre estos elementos permite construir comunidades educativas donde el conocimiento fluye, se transforma y se enriquece a través de múltiples perspectivas y recursos, generando soluciones innovadoras a los desafíos complejos que enfrenta la educación contemporánea.
3. Las inversiones en equidad
Dadas las diversas condiciones de partida de cada estudiante, la austeridad no significa escatimar en inversiones educativas, sino desarrollar estrategias efectivas para que cada alumno acceda a las mejores oportunidades. Solo invirtiendo significativamente más en quienes más lo necesitan se podrá impulsar una transformación social genuina y sostenible.
4.La revolución relacional
La revolución relacional se resume en una premisa fundamental: las personas se comportan según cómo las tratas. Por tanto, transformar el trato es transformar el sistema. Este enfoque debe permear todos los niveles, comenzando desde la posición que cada uno ocupa.
Consiste en:
- Tratar con igualdad a todos los miembros del sistema, respetando tiempos, ritmos y niveles culturales diversos
- Evitar reprochar a estudiantes, docentes, directores o especialistas por su situación actual
- Desarrollar pedagogías del encuentro que generen espacios de interacción entre diversos actores, tanto dentro como fuera de la escuela
Como señalaba Tomás de Aquino, buscamos "la unidad en la diversidad". Estas pedagogías del encuentro, ya implementadas exitosamente mediante modelos como la Relación Tutora o el Aprendizaje entre Pares en diversas regiones, funcionan como catalizadores de un cambio social inminente.
5.Desarrollo de la sistemidad
Un punto crucial para transformar el sistema educativo es lograr que todos sus integrantes se perciban como parte activa del mismo. La sistemidad implica nuestra conciencia subjetiva de pertenecer a un sistema mayor, con un importante componente emocional que desarrolla una identidad compartida.
Se manifiesta en la conciencia, el compromiso y la acción para mejorar el propio nivel (sea inferior, medio o superior) mientras se interactúa con los demás niveles. Representa la necesidad de que las personas desarrollen capacidades individuales y colectivas, dentro y entre niveles, para comprender y optimizar el funcionamiento del sistema en su conjunto.
En su definición práctica, es "la consciencia, el compromiso y la acción de uno para cambiar su nivel mientras interactúa con los otros dos niveles" (Fullan, 2025, p. 221).
La sistemidad no consiste en estudiar el sistema desde fuera, sino en participar activa y conscientemente dentro de él, asumiendo responsabilidad colectiva por su funcionamiento e interactuando entre los diferentes niveles para lograr una mejora integral. Como señala Fullan (2025), la sistemidad es para todos y no puede lograrse únicamente desde las jerarquías superiores.
Conclusión
Transformar un sistema tan complejo como el educativo representa un desafío considerable, pero no imposible. Requiere abandonar soluciones superficiales, observar en profundidad, comprender la dinámica sistémica y, sobre todo, identificar y actuar sobre los puntos de influencia adecuados, como proponen Meadows y Fullan. El cambio verdadero es posible cuando se aborda con inteligencia sistémica y un compromiso colectivo orientado hacia un propósito compartido.
Referencias
Elmore, R. F. (2004). School reform from the inside out: Policy, practice, and performance. Harvard Educational Pub Group.
Elmore, R. (2021). El futuro del aprendizaje. Entrevista al Podcast TheSchoolHouse302. https://bit.ly/3z6BWS3
Fullan, M. (2025). The new meaning of educational change (6a ed.). Teachers’ College Press.
Meadows, D. H. (2008). Thinking in systems: A primer (D. Wright, Ed.). Chelsea Green Publishing.
Mollick, E. (2024). Co-intelligence: living and working with AI. Penguin.
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