¿Vale la Pena el Esfuerzo de cultivar escuelas o redes modelo para el cambio sistémico?
La pregunta resuena con frecuencia en los debates sobre reforma educativa: ¿Tiene sentido invertir tiempo, recursos y esperanzas en escuelas o redes modelo si, a primera vista, el sistema educativo general parece incapaz de absorberlas o replicarlas a gran escala? La respuesta, al explorar las dinámicas profundas del cambio y la innovación, es un rotundo sí. Estos esfuerzos, lejos de ser gestos aislados o utópicos, son apuestas cruciales por un futuro transformador, cuyos frutos se cosechan de maneras a menudo inesperadas pero profundamente significativas. Es cierto que la historia de la innovación educativa nos muestra un panorama complejo. Como señala Andy Hargreaves (2024), las innovaciones que surgen «de abajo hacia arriba» –desde el corazón mismo de las aulas o escuelas pioneras– a menudo luchan por trascender sus propios muros. Su diseminación puede ser limitada, y en ocasiones, la implementación en otros contextos resulta superficial. El sistema, en su vasta inercia, no si...