El hombre que vio lo que nadie quería ver
Por qué después de cincuenta años, Seymour Sarason sigue teniendo razón sobre el fracaso de las reformas educativas Hay una escena que Seymour Sarason solía imaginar y que se ha quedado grabada en mi memoria desde la primera vez que la leí. Pidió que imagináramos a un visitante de otro planeta observando una escuela terrestre. Sin entender nuestro idioma, sin conocer nuestras costumbres, este observador extraterrestre podría descifrar, en cuestión de minutos, las reglas no escritas que gobiernan ese espacio: quién tiene el poder de hablar y quién debe callar, quién se mueve libremente y quién permanece inmóvil, quién pregunta y quién responde. El marciano no necesitaría leer el reglamento escolar ni los documentos pedagógicos. Le bastaría con observar los cuerpos, los gestos, las miradas. Esa imagen —perturbadora en su simplicidad— captura la esencia del trabajo de Sarason: la capacidad de ver lo obvio que, de tan obvio, se vuelve invisible. Seymour Sarason nació en Brooklyn en 1...
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