4 secretos para educar a un niño con éxito

 


Un científico tenía un niño pequeño y mientras estaba enfrascado en su trabajo, aquél se aceraba para distraerlo. Entonces, se le ocurrió una idea. Tomo una imagen de un globo terráqueo que estaba en la portada de una revista, lo corto en pedazos con tijeras y se lo dio a su pequeño como rompecabezas para que se distrajera un buen rato. A los cinco minutos regresó su hijo regresó con el rompecabezas armado. Su padre extrañado le preguntó: “¿Cómo has hecho para hacerlo tan rápido, si  no conocías el globo terráqueo?” A lo que el niño contestó: “¿Al globo terráqueo no lo conozco, pero a la imagen de un niño, sí. Mientras cortabas la hoja me di cuenta que por detrás estaba la imagen de un niño, entonces me puse a arreglar al niño y arreglé al mundo”.   

Esta historia nos muestra que la mejor manera de salvar al mundo es cuidando y educando a los niños: Salva a los niños y salvarás al mundo.  El mundo es complejo y caótico,  la cura para las guerras, amenazas diversas e injusticias existentes es educar a los niños  y niñas lo mejor posible. 

Los niños están diseñados genéticamente para aprender todo y de todo, pero ¿los adultos estamos diseñados para facilitar su desarrollo y no obstaculizarlo?  No lo creo. El adulto debe de realizar un esfuerzo voluntario, fruto del amor o de la responsabilidad ciudadana, por comprender al niño y su mundo. Un pueblo africano decía que  necesita de toda una tribu para educar a un niño. Hoy se podría decir  que se necesita de toda la sociedad para educar a un niño. Es decir, es deber de todo ciudadano involucrarse en el desarrollo del niño. En efecto, no es fácil, ni es cómodo, pero es la única manera de salir adelante como sociedad. Los padres son los primeros responsables, pero los segundos responsables son todos aquellos que tienen una interacción directa e indirecta con los mismos. Con ello el abanico de educadores crece hasta tocarnos a casi todos los ciudadanos del planeta. 

Es por ello que es importante que todos los ciudadanos hagamos el esfuerzo por comprender   el mundo del niño y ser coherentes con dichas ideas. En ese sentido,  una de las mejores aproximaciones al mundo del niño lo ha hecho la doctora María Montessori, la que con sus agudas observaciones e intuiciones penetró y desveló algunas verdades sobre el mundo del niño que la neurociencia y medicina contemporánea fueron confirmando después. Su principal aporte no fue solo comprenderlo sino que desarrolló un método educativo en consonancia con esa visión del mismo. Método que hasta ahora no se logra expandir o introducir en los sistemas educativos del mundo. Este texto muestro  las ideas más saltantes de dicho método y filosofía. 

Las personas que han realizado grandes aportes a la humanidad en la ciencia, tienen una característica en común: una capacidad de observación fuera de serie. Creo que María Montessori desarrolló esa capacidad a un nivel muy elevado, lo que le permitió notar lo que estaba allí y nadie lo había visto hasta ese momento. Las respuestas a muchas de las interrogantes del mundo están allí, pero solo se desvelan al observador agudo, perseverante y respetuoso. Esta capacidad de observación está al alcance de todo ser humano. Es por ello que una de las tareas de los padres es ser agudos observadores de sus hijos, cual científicos rigurosos. Al ser una habilidad depende de cada uno para desarrollarla.   

1. Comprende la mente absorbente


El primer gran aporte de Montessori es el de la comprensión de la mente del niño como una mente que absorbe todo. Empecemos esbozando una definición de la misma. En latín el prefijo Ab- que significa separación o alejamiento de algo exterior, sorbere: sorber, digerir, asimilar, y el sufijo -nte significa acción o agencia. Por lo que se puede decir que la mente absorbente sería es un estado en el que el niño de manera activa asimila  el ambiente hasta hacerse uno con el mismo. El niño va sorbiendo, alimentándose de la realidad para crear una nueva realidad, su propia identidad.

Esa mente aún no es racional ni tiene conciencia, puesto que está a punto de ser creada, “podemos decir que nosotros adquirimos los conocimientos con nuestra inteligencia, mientras que el niño los absorbe con su vida psíquica”  (p.25) [1]. Es necesario recordar que el proceso de conexión entre neuronas, que permite  el pensamiento, no existe en un momento en la vida del embrión. La mielinización es un proceso que tiene un inicio en el que aún no hay nada. Es por ello que, como dice Montessori, el niño va creando todo en el camino. Sin embargo, aprende sin necesidad de la razón y la consciencia. Estos dos son elementos esenciales para el aprendizaje en los adultos. En cambio el niño aprende por intuición y por inmersión en la realidad puesto que posee una sensibilidad muy potente de manera que capta todo lo que el ambiente le ofrece y con esos elementos se va construyendo y creando a sí mismo.

En ese sentido para Montessori la educación sería la “ayuda al desarrollo de los poderes psíquicos innatos del individuo humano” (p.5). Es por ello que “no es el profesor quien aplica la psicología a los niños, sino son los niños quienes revelan su psicología al estudioso” (p. 8). Entonces, la propiedad absorbente que tiene la mente humana, es una metáfora para describir el proceso espiritual de creación que realiza el niño. 

El proceso de absorción del niño es el proceso de conquista del mundo y su propia independencia, puesto que: 

El recién nacido está dotado del estímulo, de la necesidad de afrontar el ambiente y de absorberlo. Podemos decir que ha nacido con la “psicología de la conquista del mundo”. Lo absorbe en sí, y absorbiéndolo forma su propio cuerpo psíquico ( p. 61)

2. Ayuda al maestro interior


Otra idea presente en el pensamiento de Montessori es la del maestro interior. El niño o niña no tienen necesidad de un maestro externo, puesto que tienen un maestro interno. Este maestro es el mejor y más estricto currículo que existe, puesto que se cumple en todos los niños. Dice que “en lo más íntimo de cada niño existe, por así decirlo, un maestro vigilante que sabe obtener los mismos resultados de todos y cada uno de los niños, sea cual fuere el país en que se hallen” (p.9). Es por ello que 

la educación no es lo que el maestro imparte, sino un proceso natural que se desarrolla espontáneamente en el individuo humano; la educación no se adquiere escuchando palabras, sino por virtud de experiencias efectuadas en el ambiente. La función del maestro no es hablar, sino preparar y disponer una serie de motivos de actividad cultural en un ambiente especialmente preparado.(p. 11).

Estas afirmaciones dichas hace más de cincuenta años son contrarias a las prácticas convencionales de formación de educadores donde  el docente es el centro y el alumno un espectador, en lugar de entrenarlos en disponer ambientes de libertad con límites, como plantea esta pedagogía. 

El rol de los padres es ser los “colaboradores de la construcción” que el propio niño realiza. Lo cual lleva a repensar la noción de autoridad de los padres. Es por ello que afirma que 

Reconocer esta gran obra del niño no significa disminuir la autoridad de los padres; cuando estos se convenzan de que no son los constructores, sino simplemente los colaboradores de la construcción, podrán cumplir mejor su propio deber y ayudarán al niño con más amplia visión.(p.20).
Entonces, el principal rol del adulto es colaborar  para el maestro interior pueda fluir con naturalidad gracias a un ambiente preparado. 

3.  Desarrolla ambientes atractivos


El ambiente es lo central, es lo que hace al niño ser el niño. Le da identidad. Por lo que es necesario prestar atención al tipo de ambiente que se le ofrece al niño. El niño absorbe su ambiente porque tiene
 “un poder de sensibilidad tan intenso que las cosas que lo rodean despiertan en él un interés y un entusiasmo que parecen penetrar su misma vida. (p.22)

La relación del niño con el ambiente es distinta a la de los adultos, puesto que éstos “admiran el ambiente, pueden recordarlo, pero el niño lo absorbe. No recuerda las cosas que ve, sino que estas cosas pasan a formar parte de su psique; encarna en sí mismo las cosas que ve y oye” (p. 47).  El niño encarna todo lo que está a su alrededor, él mismo se vuelve el ambiente. De allí la seriedad con la que se debe tomar el encargo de formar a un niño. 

Entonces, el encargo es de todos los adultos, pero de manera directa de los padres, familiares y educadores, para ofrecerles el mejor ambiente físico, emocional, social y espiritual que facilite el desarrollo de sus potencialidades y  el proceso de conquista de su independencia.

4. Colabora con la conquista de su independencia


 Éste último, uno de los términos de Montessori que me ayudó a comprender  el duro trabajo que realizan los niños, y yo diría los adolescentes también, el duro trabajo de conquistar su propia independencia. El balbuceo, es un duro trabajo que realiza por varios meses hasta llegar decir sus primeras palabras. Comprender este concepto ayuda a ser respetuosos y acercarse admirados frente a sus esfuerzos por dominar ciertas habilidades. Esa primera letra pronunciada puede ser una pequeñez para un adulto que ya sabe hablar, pero para un adulto atento es una  conquista dura y desafiante que inició meses atrás.  Todo lo que va haciendo apunta a su desarrollo y a la conquista permanente de nuevos niveles de conciencia y de dominio de sí. 

Para ello es clave facilitar espacios para la actividad, el esfuerzo y la independencia: 

¿Cómo conquista el niño la independencia? La adquiere por medio de una actividad continua. ¿Cómo realiza el niño su libertad? Con un esfuerzo continuo; solo una cosa no puede hacer la vida: detenerse, pararse. La independencia no es estática, es una continua conquista, y por medio de un trabajo continuo no solo se alcanza la libertad, sino también la fuerza y la autoperfección (p.65).
A los adultos solo nos queda observar, celebrar, acompañar y alentar ese hermoso proceso de desarrollo. 


Conclusión


La sociedad puede colaborar con el crecimiento del niño. Para ello es necesario, en primer lugar, aceptar su diversidad, ello implica reconocer que la manera de pensar y sentir de un niño es bastante distinto a la manera de pensar y de sentir de los  adultos. En segundo lugar, generando ambientes para que esa mente absorbente reciba lo mejor de la humanidad.  Es necesario cambiar la aproximación al niño como un ser carente o frágil a una aproximación como ser en proceso de lucha y conquista de su independencia. Si tenemos la segunda aproximación les daremos en el hogar y en la sociedad más espacios para el desarrollo de su autonomía y construcción del hombre y mujer que ya son.  


    [1] Las citas están tomadas del libro Montessori, M. (1986). La mente absorbente del niño (Editorial Diana, ed.). México DF.


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